Si quieres vivir más tiempo, seguro que quieres estar sano y en forma el mayor tiempo posible. La duración de la salud -es decir, el tiempo que pasamos en la vejez sin enfermedades ni discapacidades- debería corresponder idealmente a nuestra esperanza de vida. La «edad biológica» nos dice si nuestra edad va unida a una buena salud. La edad biológica indica la edad de nuestras células y, a diferencia de la edad cronológica, proporciona información sobre si nuestras células están sanas y con qué rapidez tienen lugar los procesos de envejecimiento en nuestro organismo.
Nuestro ADN: ¿un indicador de la edad biológica?
La edad biológica se determina analizando los patrones de metilación en el ADN. Según en qué parte del ADN se hayan producido esas metilaciones, es decir, cambios, se pueden sacar conclusiones sobre diversas enfermedades, riesgos y nuestra edad biológica. Esto es exactamente lo que se ha hecho con los llamados «supercentenarios», personas de más de 110 años. Sorprendentemente, se descubrió que su edad biológica era menor que su edad cronológica.
¿Qué factores influyen en la edad biológica?
Hay varios factores que influyen en nuestra edad biológica. Además de la genética, que sólo representa el 20%, la epigenética desempeña el papel más importante. Los siguientes factores del estilo de vida determinan la epigenética e influyen activamente en nuestra edad biológica:
- Nutrición
- Duerme
- Deporte y ejercicio
- Exposición a toxinas ambientales
- Factores psicosociales
Daños en el ADN: cómo sabotea nuestra edad biológica
Una señal de que las células envejecen es que su ADN -es decir, su código genético- se vuelve inestable. Esta inestabilidad genómica se produce cuando el ADN sufre daños. Normalmente, nuestras células pueden reparar este daño por sí mismas, pero hay muchas cosas en nuestra vida cotidiana que dificultan este proceso.
Entre ellos están la radiación, las sustancias químicas, los pesticidas y ciertos medicamentos. El estrés también puede hacer que nuestras células envejezcan más deprisa y dañar su ADN.
Todos ellos provocan un aumento del estrés oxidativo en las células, lo que las hace envejecer.
La longitud de los telómeros: un importante marcador de nuestra edad biológica
Los telómeros desempeñan otro papel importante en nuestro proceso de envejecimiento. Los telómeros protegen los extremos de nuestros cromosomas, los portadores de nuestro ADN. Puedes pensar en ellos como en las tapas protectoras de plástico de un cordón de zapato. Con cada división celular, estas tapas protectoras se acortan. Si se acortan tanto que el ADN y el genoma resultan dañados, la célula deja de dividirse y renovarse. La célula envejece y aumenta el riesgo de enfermedades como el cáncer o el Alzheimer.
La longitud de los telómeros es, por tanto, un importante indicador de la edad biológica, la salud y la duración de la vida.
El epigenoma: cómo influye en nuestra edad biológica
Por último, pero no por ello menos importante, el epigenoma forma todo un sistema que interviene significativamente en el envejecimiento. A diferencia del genoma fijo, es decir, la base genética que cada persona hereda, el epigenoma es una reacción genética a nuestro entorno y nuestro estilo de vida. Controla qué genes se activan o desactivan como epigenética. En respuesta a factores como el ejercicio, la dieta, las toxinas ambientales o el estrés oxidativo, el epigenoma decide si, por ejemplo, se activan los genes de la longevidad. Cuanto más envejecemos, más susceptible a errores se vuelve el epigenoma. Como consecuencia, podemos, por ejemplo, perder masa muscular, las mitocondrias producen menos energía en forma de ATP o se acumulan las llamadas células senescentes.
Células senescentes: Los «zombis» dañinos que no desaparecen
Un factor importante que puede influir negativamente en nuestra edad biológica son las llamadas células senescentes. Comúnmente denominadas «células zombi», hace tiempo que han perdido su funcionalidad para el organismo, pero siguen presentes en nuestro sistema corporal sin ninguna tarea ni finalidad. Como ya no pueden dividirse, no tienen ningún papel relevante en el mantenimiento de nuestras funciones corporales. Su principal problema es que no mueren a pesar de su inactividad. Aún más preocupante es que liberan sustancias tóxicas en su estado «no muerto». Éstas favorecen la inflamación, contribuyen al desarrollo de enfermedades y, en última instancia, aceleran el proceso de envejecimiento de nuestro organismo.
Conclusión
La estabilidad genómica, la longitud de nuestros telómeros y el epigenoma garantizan que nuestras células y ADN cambien y envejezcan de distintas maneras. Por tanto, todos estos factores también influyen en nuestra edad biológica. Si quieres comprobar tu edad biológica, puedes hacerlo con nuestro test bioAge y determinar tu perfil de metilación y la longitud de tus telómeros.
Fuentes:
- Brian H Chen et al. Medidas de la edad biológica basadas en la metilación del ADN: metaanálisis de predicción del tiempo hasta la muerte. Envejecimiento (Albany NY). 2016 .
- Hans-Jürgen Gruber, Maria Donatella Semeraro, Wilfried Renner, Markus Herrmann. Telómeros y enfermedades relacionadas con la edad - PMC. Biomedicina. 2021.
- Bérénice A Benayoun, Elizabeth A Pollina, Anne Brunet. Regulación epigenética del envejecimiento: vinculación de las aportaciones medioambientales a la estabilidad genómica. Nat Rev Mol Cell Biol. 2015.
- S M S Samarakoon, H M Chandola, B Ravishankar. Effect of dietary, social, and lifestyle determinants of accelerated aging and its common clinical presentation: A survey study. Ayu. 2011.